Pastoral

Convencidos que “educando el corazón y la mente podremos hacer de este mundo, un mundo mejor” desde Pastoral integramos el modelo educativo de nuestro centro.

 

Abiertos a la transcendencia y tratando de vivir el ambiente de la familia de Nazaret, educamos para vivir con sentido y para descubrir que merece la pena vivir y luchar para ser felices haciendo emerger del interior de cada persona todo aquello latente que existe.

 

Queriendo formar personas que sepan vivir su trabajo con un carácter evangélico y colaboren en la construcción de un mundo más justo y fraterno, participamos en la misión docente y evangelizadora de la Iglesia.

 

Colaborando en las distintas Campañas Eclesiales: Domund, Navidad, Campaña contra el Hambre…
Celebrando los distintos tiempos litúrgicos: Adviento, Cuaresma, Pascua…
Celebraciones Eucarísticas y penitenciales
Fiestas Patronales (San José)
Mes de Mayo

Convivencias

 

Este curso vamos a trabajar de manera especial el valor de la paciencia.

 

La R.A.E. la define como:

 

  • f. Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse.
  • f. Capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas.
  • f. Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho.
  • f. Lentitud para hacer algo.

 

La paciencia es la base de una buena educación y de una buena vida. Las grandes cosas se consiguen con paciencia y buen humor.

 

Vivimos en una sociedad que prima la velocidad. Todo tiene que estar “para ayer”. Aprende idiomas sin esfuerzo en una hora, adelgaza en pocos días, toca un instrumento musical en pocas semanas… Estas y muchas más son las promesas que nos bombardean a diario y que afectan a nuestra capacidad de razonar y de trabajar con los jóvenes y con nosotros mismos. Se nos contagian las prisas, la inmediatez, las ganas de terminar aunque sea mal.

 

A esto se une la llamada generación “zapping”: personas que han crecido con un mando a distancia y que creen que somos como las máquinas, capaces de cambiar de registro casi al instante. Pasamos de matemáticas a inglés, del móvil a la filosofía, sin pausa.

 

Sin embargo, las prisas no son buenas consejeras, menos aún en la educación y en el proceso de hacernos personas. Querer crecer deprisa “quemando etapas” genera vacío y ansiedad.

 

Todo lo bueno en la vida necesita tiempo, tranquilidad, reposo, reflexión. En una palabra: paciencia.

 

La paciencia no es una actitud pasiva, sino activa. Ser paciente implica amoldarse a las realidades del día a día, reflexionar sobre lo importante y lo accesorio, y saber escoger en cada momento lo que realmente merece la pena.

 

La paciencia se trabaja, se cultiva, se construye en el día a día. Para ser paciente se necesita un gran corazón que sepa perdonar y comprender a quienes nos rodean —familiares, amigos, alumnos,…

 

También ayuda el sentido del humor, que nos permite reírnos de nosotros mismos y de nuestros fallos. Todo ello unido a una necesaria capacidad de reflexión y análisis de las situaciones que nos presenta la vida.

 

Ya lo dice el libro del Eclesiastés, capítulo 3:

 

  • Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol:
  • Un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;
  • Un tiempo para matar y un tiempo para curar, un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
  • Un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
  • Un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas, un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse;
  • Un tiempo para buscar y un tiempo para perder, un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
  • Un tiempo para rasgar y un tiempo para coser, un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
  • Un tiempo para amar y un tiempo para odiar, un tiempo de guerra y un tiempo de paz.

 

 

Y en Mateo 16, 21-27:

 

Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, sufrir mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte, Pedro se puso a reprenderle: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!». Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! Eres escándalo para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».

 

Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? ¿O qué podrá dar a cambio de su vida? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta».

 

Hay que centrarse en lo importante, en la vida. Y para ello, la paciencia es la base de todo lo que podemos alcanzar hoy y en el futuro.

 

¿Tienes paciencia?
¿Es importante en tu vida?
¿Con quién debes practicarla más?
¿Cómo puedes mejorar tu paciencia?

 

Jaime Ímaz
Comisión de Pastoral